Con brujas ejecutadas, zombies, espíritus, multitudes amotinadas, muertes que se hacen comedia, la cinta se separa de la mayoría de los filmes animados con un tono que no está dirigido a los niños muy pequeños. El ambiente de terror y humor enajenado, sin embargo, le viene bien a los adolescentes, mientras que los personajes (bien presentados al inicio de la película), la historia entretenida y el tema que toca son capaces de atrapar a cualquier adulto.
Quizá una de las mayores virtudes de la película, de Chris Butler y Sam Fell (Coraline y la puerta secreta), es que tiene más fondo de lo que uno espera. Sin caer en moralismos, el filme explora el peligro de los prejuicios, mecanismos mentales a los que recurrimos cuando algo nos resulta desconocido o nos asusta. Por sus habilidades especiales, Norman es el encargado de salvar a los habitantes de Blite de un pasado de odio que vienen arrastrando. A pesar de la presencia de muertos vivientes, maldiciones y fantasmas, resulta que hay que temerle más a la peor de las amenazas: el miedo mismo. ¿Habrá tema más relevante en estos tiempos que el de la violencia que se desata por temor a lo que no entendemos?
Es cierto que el don de Norman de hablar con fantasmas podría explotarse más y que de repente hay una que otra situación cursi, pero en suma se trata de una cinta que cumple con lo que promete: homenajes al cine de zombies, el encanto particular y bien ejecutado del stop motion, situaciones entretenidas y un mensaje redondo.
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Zombies maldecidos por Aggie, la bruja de Blite Hollow |
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